27 de septiembre de 2016

Ikerbasque y Azti fichan a Xabier Irigoien

“El pez grande se come al chico”. Así resume Xabier Irigoien -experto en biología marina de nivel internacional y nuevo investigador Ikerbasque en AZTI – sus líneas de investigación

: la ecología del plancton, redes tróficas en la mar y factores que afectan a la pesca. Se refiere en concreto al plancton, que está en la base de la cadena alimentaria del mar. El trabajo de Irigoien consiste en comprender los factores que afectan a la abundancia y distribución del plancton, lo que permite entender los factores que afectan a la distribución del alimento de los peces, y por ende, la salud de los mares.

El Dr. Irigoien es un prestigioso investigador en oceanografía, y ha sido recientemente fichado a través de la convocatoria Research Professor de Ikerbasque, tras una larga trayectoria investigadora en el Instituto de Ciencias del Mar (Barcelona), la Universidad de Plymouth (Reino Unido), el centro tecnológico AZTI y el centro de investigación del Mar Rojo de la KAUST (Arabia Saudí), del que ha sido director.

Es un prestigioso investigador en oceanografía, y ha sido recientemente fichado a través de la convocatoria Research Professor de Ikerbasque

“Hay ciclos para todo, sentía que el de KAUST estaba llegando a un fin y empecé a explorar diferentes ofertas. Estaban las opciones de dar un salto más a los Estados Unidos o regresar a Euskadi”, explica Irigoien sobre su decisión de regresar a Euskadi. “De Euskadi me atrae que existe una cultura muy arraigada en el mar, de manera que mi trabajo encuentra una aplicación y tiene un impacto inmediato en la sociedad, esos son aspectos importantes para mí. Por otra parte Ikerbasque ofrece un marco de investigación muy atractivo, con una estabilidad que es imprescindible para poder desarrollar proyectos de investigación sólidos y coherentes.”

Los proyectos del Dr. Irigoien abordan desde la perspectiva de la cadena trófica algunos de los grandes retos a los que se enfrenta la conservación de los mares. Por ejemplo, un artículo científico publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences en 2014 sobre la cantidad de residuos plásticos en los océanos explicaba que “el recorrido y destino final” de una gran cantidad de plástico es aún desconocido, apuntando a que muchos fragmentos plásticos pequeños pueden estar terminando en la cadena trófica.

“En ese estudio se le dio la vuelta al mundo, navegando por las zonas del océano más alejadas de tierra, y en todas y cada una de las muestras que se cogieron había plásticos”, describe el nuevo investigador Ikerbasque. “Sin duda, el plástico ha llegado a la cadena trófica marina en todos los mares del mundo, y también en varios niveles tróficos. El plástico es consumido por zooplancton y peces con consecuencias todavía desconocidas, pero también a niveles más altos como tortugas, mamíferos marinos y aves con consecuencias directas desastrosas”.

Otro trabajo analizaba la relación entre el calentamiento de los océanos y los cambios en la biomasa. En cualquier caso, el Dr. Irigoien explica que el mayor reto en la conservación de los océanos es la multiplicidad de impactos. “Los océanos son nuestra gran reserva de agua, de la que queremos sacar comida a la vez que lo calentamos y lo usamos como basurero”, afirma. “El problema es que lo vemos como infinito, capaz de asimilar todos los impactos, que aunque nuestra esquina se estropee todavía queda mucho, pero no lo es. El calentamiento es global, los impactos se observan hasta en las zonas más remotas y la sobrepesca es generalizada”.

“Pero quizás el problema más grave”, añade, “es que nos acostumbramos a ello, lo que se conoce como el síndrome del cambio de la línea base, generación tras generación pensamos que el ecosistema estaba bien como nosotros lo recordábamos de jóvenes, y no como era en realidad”.

“Los océanos estaban ahí mucho antes que nosotros y seguirán ahí mucho después de que nosotros nos hayamos extinguido. Pero es nuestro problema decidir en qué medida queremos hacer un uso sostenible de los recursos naturales o nos queremos arriesgar a agotarlos”, explica Irigoien. “Hacer un uso sostenible requiere tener un muy buen conocimiento del funcionamiento del ecosistema”.

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