Muchos rincones del País Vasco esconden árboles viejos. Algunos son conocidos y se encuentran señalizados o legalmente protegidos.
Otros no, otros siguen creciendo lentamente y no esperan ningún reconocimiento, sólo que les dejen llegar a su senectud y morir mientras ven crecer a su descendencia.
Los datos de partida
La Tesis Doctoral de Mario Michel, «El Pino radiata en la Historia Forestal Vasca: Análisis de un proceso de forestalismo intensivo» (2006), contiene abundantes datos de historia forestal. Uno de sus capítulos más interesantes recoge los avatares a lo largo del siglo XX de diversos montes de pino radiata. Uno de esos montes es Errialtadua Mayor (Galdakao), de unas 35 hectáreas, el primer monte plantado con pino radiata en el País Vasco, por obra del pionero Mario Adán de Yarza. Ese primer pinar de 1898 se cortó y luego se volvió a plantar en 1955 (segundo turno) y en 2002 (tercer turno). Sin embargo, en su interior se han venido respetando tres pinos de gran tamaño y aún siguen en pie desde 1898. Tienen actualmente 115 años y son los únicos supervivientes de esta primera repoblación, en la que se emplearon cerca de 250.000 pinos radiata para reforestar la citada finca.
Para encontrarlos, pueden seguirse dos grandes formas de rastreo: la información de los propietarios, guardas o técnicos forestales o las nuevas tecnologías. En el primer caso, el conocimiento del terreno depende de la memoria y experiencia acumulada y en muchos casos las personas que conocían detalles concretos de un monte se han jubilado o ya no están entre nosotros. En el segundo caso, las ortofotos o los vuelos LiDAR, por ejemplo, cubren la totalidad del territorio y suministran una información objetiva y gratuita (www.geoeuskadi.net). A tratarse de tres pinos de grandes dimensiones, rodeados por un joven pinar de 11 años, su silueta se aprecia en las ortofotos más recientes a través de la sombra proyectada y su tamaño se aprecia en el modelo de alturas de la vegetación proporcionado por los vuelos LiDAR 2008 y 2012.
Cuando se plantaron estos viejos pinos, las laderas de este monte se encontraban desarboladas u ocupadas por robledales trasmochos, carboneados y en mal estado de conservación. Un paisaje representativo de la Bizkaia del siglo XIX.
El itinerario
Desde el barrio de Lekue, en Usansolo, municipio de Galdakao, parte una pista asfaltada de unos cinco kilómetros de longitud hacia la presa de Lekubaso (cota 110). Esta pista se construyó con el fin de levantar el citado embalse de Lekubaso (1932), con una presa de unos 100 m de largo y 10 m de alto que puede ser transitada por peatones. Si la niebla no lo impide, desde la misma presa es posible apreciar la altura de los tres pinos centenarios, ya que sus enormes copas destacan al fondo del valle.
El topónimo Lekubaso hace referencia a bosques, aunque apenas queden ya en este valle restos de los antiguos bosques naturales, sustituidos por extensos pinares. Los suelos profundos y las bajas cotas de estos montes favorecen el crecimiento del pino radiata, como bien apreció en su día Mario Adán de Yarza.
Al pie de la presa de Lekubaso se ha levantado un área recreativa. Se aconseja dejar allí el vehículo, debido a que la pista forestal que discurre en paralelo al arroyo Lekubaso presenta tramos en mal estado de conservación debido a la humedad y a pequeños desprendimientos.
El topónimo Lekubaso hace referencia a bosques, aunque apenas queden ya en este valle restos de los antiguos bosques naturales, sustituidos por extensos pinares.
El trayecto que se va a seguir en dirección sur, hasta llegar a los tres pinos, tiene una longitud total de unos 2,6 km y se puede recorrer en menos de una hora. A mitad de camino parte a mano izquierda un ramal que permite alcanzar un pinar viejo de unas 30 hectáreas. Este pinar también fue plantado en la década de los años 50 y presenta pinos de gran tamaño. Se encuentran tasados y marcados para su corta final, por lo que es posible que en breve desaparezcan, como ha sucedido con tantos y tantos pinares viejos en los últimos años. Precisamente, este mismo pinar albergó una de las visitas de campo organizadas con motivo del reciente Congreso Forestal Español en Vitoria (junio de 2013).
El camino que discurre por el fondo del valle de Lekubaso finaliza en una construcción o caseta que forma parte de la conducción que transporta agua potable hasta Bilbao. Procedente en principio esta agua del trasvase del Zadorra, la conducción parte del embalse de Undurraga, en el río Arratia, y cruza varios montes del sur de Bizkaia mediante numerosos túneles y sifones. Permite asegurar el abastecimiento de la comarca del Gran Bilbao desde 1971.
Los tres pinos centenarios están muy cerca de la citada caseta, aunque la densa vegetación dificulta llegar hasta ellos. Hay que ascender por una estrecha pista, a mano derecha, a lo largo de unos 100 metros y luego adentrarse en la maleza del pinar joven para llegar a la base de estos grandes árboles.
Su enorme copa y su diámetro normal, cercano al metro, impresionan cuando son vistos desde cerca. Han sido testigos de tres siglos distintos, de la construcción de diversas infraestructuras en las cercanías, de la corta y plantación de miles de árboles, del paso de diversas generaciones de propietarios y trabajadores forestales,…
Los descendientes de Mario Adán de Yarza siguen siendo los propietarios de este monte, lo mismo que en el caso del solar de la familia, el palacio Zubieta, en Ispaster, en cuyo jardín se plantaron a mediados del siglo XX los primeros pinos radiata con fines ornamentales.
Si así se decidiera en el futuro y si ello no supusiera ningún perjuicio para la familia propietaria, alguno de estos centenarios pinos de Lekubaso podría ser el primer ejemplar de pino radiata declarado como Árbol Singular. Méritos no les faltan.
Texto y fotos: A. Cantero (Hazi)