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29 de noviembre de 2013

Briofitos amenazados de la Comunidad Autonoma Vasca

El pasado julio el Boletín Oficial del País Vasco publicaba la última modificación al Catálogo Vasco de Especies Amenazadas de la Fauna y Flora Silvestre y Marina en la que por primera vez se incluían siete musgos y hepáticas.

En concreto, Breutelia chrysocoma, Buxbaumia viridis, Lepidozia cupressina, Orthotrichum casasianum y Sphagnum squarrosum quedan considerados bajo la categoría de «en peligro de extinción», mientras que Schistostega pennata y Telaranea europaea están en la de «vulnerable».

Los briófitos (musgos y hepáticas) forman un conjunto de criptógamas de gran interés e importancia tanto científicos como ecológicos. Se trata de unos vegetales muy antiguos que desde el Devónico, hace 350 millones de años, han mantenido su morfología y estilo de vida, conteniendo rasgos esenciales para comprender cómo los vegetales conquistaron la tierra firme. Existen en la actualidad unas 24.000 especies que desempeñan decisivas funciones en los ecosistemas, como ser colonizadores en las primeras etapas de la sucesión ecológica, intervenir en la formación de suelos, en el balance hídrico o cobijando la fauna del suelo.

Se trata de unos vegetales muy antiguos que desde el Devónico, hace 350 millones de años, han mantenido su morfología y estilo de vida

En la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) se han registrado 651 especies de briófitos (494 musgos y 157 hepáticas). A pesar de su reducida extensión territorial, la CAV es una de las regiones de Europa briológicamente más ricas. Mientras que la CAV sólo supone el 1% de la superficie total de la Península Ibérica, concentra más del 60% de las especies ibéricas de hepáticas y musgos.

Aunque existe un buen conocimiento de los briófitos de la CAV, cuyo estudio se remonta a muestras conservadas en herbarios de finales del siglo XVIII, todavía no existe el catálogo necesario para elaborar la lista roja de los briófitos vascos amenazados. No obstante, datos preliminares apuntan a que más del 7% de la brioflora vasca estaría amenazada en mayor o menor grado, existiendo al menos 50 especies candidatas a formar parte de esa lista roja. Tenemos además la constancia de la extinción de tres especies por causas antrópicas: Sphagnum austinii vivió hasta tiempos históricos recientes en la desaparecida Turbera de Saldropo (Gorbea vizcaíno), el musgo Sanionia uncinata desapareció de su única localidad vasca con la construcción de una pista que desecó una pequeña zona húmeda en Urkilla y la hepática Odontoschisma elongatum con la destrucción de la Turbera de Saldropo.

La ausencia de briófitos en los catálogos de especies amenazadas es un mal muy extendido. Sólo siete de las diecisiete comunidades autónomas españolas tienen briófitos recogidos de alguna manera en sus catálogos de especies amenazadas. Es por ello que la inclusión de estos siete briófitos en el Catálogo Vasco de Especies Amenazadas supera un grave déficit en materia de conservación de la biodiversidad del País Vasco.

De las siete especies ahora recogidas en el Catálogo Vasco de Especies Amenazadas, la mayor responsabilidad de conservación viene de la presencia de Orthotrichum casasianum, único briófito endémico del País Vasco del que sólo existe una única población mundial formada por escasos cojinetes dispersos en unos 8 km2 a lo largo del bosque ribereño del Bayas entre las localidades alavesas de Lukiano y Sendadiano.

Se trata de un musgo corticícola que vive en un hábitat extremadamente frágil, sujeto por un lado a las perturbaciones naturales propias de las crecidas e inundaciones del río, como a las frecuentes agresiones antropógenas. Además de mejorar el conocimiento de la ecología y dinámica de la especie, sería conveniente establecer su seguimiento y vigilancia, así como algún tipo de protección del lugar, conservando las condiciones naturales del bosque ribereño y el régimen hidrológico del río.

Buxbaumia viridis es un peculiarísimo musgo exclusivo de la madera en descomposición, dentro de bosques muy húmedos. Es bastante frecuente en los abetales del Pirineo, pero la única localidad vasca de esta especie se encuentra en los pinares de las vertientes norte de la Sierra de Arcena (Alava), marcando el límite suroccidental de su distribución europea. Sólo se ha detectado una vez, un único individuo, en 1994, y no ha vuelto a verse con posterioridad. La principal amenaza para este musgo son las actuales prácticas de explotación forestal que eliminan los árboles antes de su muerte natural e impiden la presencia de madera muerta.

Sphagnum squarrosum es muy raro en la Península Ibérica. En la CAV hay sólo una localidad, en el Parque Natural de Gorbeia, en una reducidísima población de unos 38 m2 que al menos se mantiene estable. El principal riesgo lo constituyen las repoblaciones de coníferas exóticas que rodean el enclave. Es además muy sensible al pisoteo, por lo que la presencia de ganado en el entorno también supone una amenaza. La población vasca de este esfagno debería ser objeto de ensayos encaminados a establecer más localizaciones que aseguren su permanencia en la zona del Gorbea.

Las hepáticas Lepidozia cupressina y Telaranea europaea tienen una única población en Gipuzkoa cada una, la primera en el valle de Leizaran, mientras que la segunda, una endémica europea, tiene en Jaizkibel la localidad ibérica más oriental. A diferencia de las anteriores especies, ambas habitan lugares bastante apartados de la actividad humana más directa, pero su situación es de alto riesgo dada su extremada localización y por ser muy higrófilas. Algo parecido pasa con el musgo Schistostega pennata, con una sola localidad, compartida con Navarra, en grietas de los roquedos graníticos de Aiako Harriak, que también es la más oriental de la Península Ibérica.

Finalmente, de Breutelia chrysocoma, musgo endémico de Europa, ya extinguido de Alemania y Bélgica, que en España tiene sólo cinco poblaciones muy aisladas entre sí en la Cordillera Cantábrica, hay una población en las ladera vizcaínas del monte Udalaitz. El sobrepastoreo, los desbroces y quemas de brezales y pastos asociadas a la gestión ganadera amenazan esta especie. La población más cercana, en las laderas cántabras del monte Zalama, ha desaparecido recientemente.

Texto y fotografías: Patxi Heras y Marta Infante